"FESTIVIDAD DE LA HISPANIDAD DE CÓRDOBA 2020" TARDE PLETÓRICA DE MORANTE EN EL MANO A MANO EN CÓRDOBA.
FESTIVIDAD DE LA HISPANIDAD DE CÓRDOBA 2020 : CORRIDA. TOROS DE JANDILLA Y VEGAHERMOSA. MORANTE Y JUAN ORTEGA.
Antológica faena de Morante en Córdoba El de La Puebla se inspiró en una gran obra en un mano a mano en el que Juan Ortega dejó detalles con capote y muleta.
Fuente : https://desolysombra.com/
El prólogo
patriótico de la tarde insufló el espíritu de Morante de La Puebla. Que dio una tarde pletórica, aun sin espada. Diría que magistral. La
exaltación del Día de la Hispanidad, el recuerdo a los caídos por el Covid 19, a los de la Guardia Civil, a su patrona la Virgen del Pilar, el himno
de España y los vivas a la nación. Garzón, el empresario valiente, agitó todo, ya puestos, en la misma coctelera
de la Fiesta Nacional. Morante y Ortega, de azabache los dos, hicieron la última parada del paseíllo en memoria
de Borja Domecq Solís.
La primera
corrida del año en plaza de primera traía visos de acontecimiento y victoria
tras la cacería del: 12 de octubre, a media hora de Sevilla, mismas condiciones
sanitarias y dos sevillanos en el cartel. Seminarista traía la guasa propia del
nombre para abrir plaza. Frenado, amagado siempre, sin entrega. Morante anduvo muy firme con él desde que salió escarbando y midiendo. Un trago.
Los lances genuflexos desprendieron poderío. Y sabor. El toro, serio y tocado
arriba, áspero por dentro y agarrado a la tierra por fuera, exigió al de La
Puebla. Que planteó faena rocosa, ancladas las zapatillas al piso. De mérito.
Por una y otra mano el sordo valor. Para aguantarlo, pasarlo y evitar el
testarazo final. Tres naturales quedaron en la retina. Pero no sólo: el fulgor
de un trincherazo deslumbró. Como el toreo al paso. La travesía de la estocada
careció de muerte, y el descabellos le puso sordina a una lidia de más
recorrido que eco.
La actitud
de Morante invitó a Juan Ortega a animarse.
Como con un “venga, atrévete”, José Antonio aprovechó su quite para esbozar dos verónicas de pecho y mentón dibujar
una media escultural. Ortega venía
apuntando capotazos de buen son, pero sobre las piernas, para colocar al
mansito y huidizo toro en el caballo. Cuando vio al maestro lo entendió. Y se
meció en un par de verónicas bellísimas, muy finas y sin continuidad. Que fue
lo que luego faltaría: el jandilla traía el celo escasito, la continuidad, ya digo, pero no la calidad.
Como si el dos también fuera el número del joven sevillano, brotaban derechazos
y naturales de pincel exquisito. Y a veces hasta un tercero y remates
verdaderamente hermosos. Un bajonazo afeó tanta cosa linda.
A Cayetana
Álvarez de Toledo elevó Morante su montera. Y luego su esfuerzo ante otro toro remiso. De otra
forma al suyo anterior. Más encogido y menos bronco. Igual de rácano. J.A. le ponía sal a
su contado fondo. Y tiraba sobre las rayas del tercio de la simplona embestida,
alargando su apagada vida. De pronto, de una serie de derechazos, brotó toda el
alma morantista. Un empaque descomunal. ¡Qué barbaridad de redondos! Tan por abajo el
toreo, tan hundido el torero. El toro de Jandilla terminó de
encogerse, apocado ante la pegada de Morante. Ante el crujido de la torería. Que tanto asusta. Un aire gallista
envolvió el desplante. Y los muletazos para cuadrar la muerte, otra vez
demorada. La letalidad negada de la espada empañaba pero no oscurecía ni un
ápice el peso de Morante.
Bajó la
presencia de la corrida el cuarto, herrado con el fuego de Vegahermosa. Era ya el último cinqueño -junto a segundo y tercero- y no valió nada
ni para nada. Ortega lo mató no sin pasar algún apuró.
La gente ya se
contentaba, y no era poco, con el poso, el reposo y el poderoso sabor de Morante de la
Puebla. Con su
actitud y su plomada. Cuando saltó a la arena Sarao, el quinto de Jandilla,
para hacer honor al refrán. Para salvar el honor de Jandilla. Y entonces Morante sintió
en su espíritu las posibilidades y explotó en un prólogo de obra que ya era
inolvidable ante de ser concebido. Sólo por la expresión. Y a esa altura rayó
el epílogo de ayudados por alto. Si no fueran por las medidas de contención
vírica, el rugido habría alcanzado el corazón de la Maestranza. Entre medias,
fluyó el toreo, la maravilla de su izquierda. Para mí, y esto probablemente sea
mío, un punto más ligero que en todo lo anterior. Incluso hubo manoletinas. Una
fiesta, un gozo. Hasta que volvió a agarrar la puñetera espada. Que redujo la
puerta grande a una vuelta al ruedo gloriosa.
Los verónicas de Juan Ortega de saludo al sexto valieron como quite del perdón sin que hubiera nada
que perdonar. De categoría las verónicas. Fue todo. El toro se desfondó luego a
plomo, entre ronquidos de pleura dañada. El sueño de Morante permanecerá por tiempo dormido en Córdoba.
FICHA DEL FESTEJO :
Plaza de Toros Monumental Coso de "Los Califas" de Córdoba. Lunes, 12 de octubre de 2020. Festividad de La Hispanidad de Córdoba 2020. Toros de Jandilla y Vegahermosa (4º), Tres Cinqueños bien presentados aunque bajó el quinto. Los mejores, 2º y 5º. Muy deslucidos el cuarto y el sexto. Encastado aunque complicado el 3º, sin finales el 1º. Mano a mano.
Morante de la Puebla, (de Albero y Azabache) Estocada atravesada y tres descabellos (Silencio), En el Tercero estocada defectuosa y descabello (Saludos) y En el Quinto, pinchazo, pinchazo Hondo y dos descabellos (Vuelta al ruedo tras un aviso).
Juan Ortega, (de Marfil y Azabache) Bajonazo, (Saludos), En el cuarto, dos pinchazos y estocada (Silencio) y pinchazo y estocada (Silencio).
Entrada: Lleno de no hay billetes en el aforo permitido de 2900 localidades.
Fotos: Arjona.
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