"FERIA TAURINA DEL PILAR DE ZARAGOZA 2018" *PADILLA EL ADIÓS DE UN HÉROE*.
Sección : Feria del Pilar Zaragoza 2018. Feria de Zaragoza 2018. Toros en Zaragoza 2018. Feria Taurina de Zaragoza 2018. Toros en España 2018. Ferias Taurinas 2018.
FERIA TAURINA DEL PILAR DE ZARAGOZA 2018 : 10° DÉCIMO FESTEJO DE ABONO : 7ª SÉPTIMA CORRIDA : TOROS DE NÚÑEZ DEL CUVILLO : JUAN JOSÉ PADILLA, JOSÉ MARÍA MANZANARES Y ALEJANDRO TALAVANTE.
Sección : Feria del Pilar Zaragoza 2018. Feria de Zaragoza 2018. Toros en Zaragoza 2018. Feria Taurina de Zaragoza 2018. Toros en España 2018. Ferias Taurinas 2018.
FERIA TAURINA DEL PILAR DE ZARAGOZA 2018 : 10° DÉCIMO FESTEJO DE ABONO : 7ª SÉPTIMA CORRIDA : TOROS DE NÚÑEZ DEL CUVILLO : JUAN JOSÉ PADILLA, JOSÉ MARÍA MANZANARES Y ALEJANDRO TALAVANTE.
Zaragoza : Feria del Pilar 2018
Análisis de un abono cuya valoración no deja mal sabor de boca. El presidente D. Antonio Placer devolvió la la seriedad que se había perdido en los últimos años. Faena contundente de Álvaro Lorenzo. "El Juli", en su encerrona, se encontró con un toro de Los Maños que le hizo sudar y sufrir como no ha padecido en toda la temporada. Talavante se fue inesperadamente.
Análisis de un abono cuya valoración no deja mal sabor de boca. El presidente D. Antonio Placer devolvió la la seriedad que se había perdido en los últimos años. Faena contundente de Álvaro Lorenzo. "El Juli", en su encerrona, se encontró con un toro de Los Maños que le hizo sudar y sufrir como no ha padecido en toda la temporada. Talavante se fue inesperadamente.
Por Eduardo Acerete
No sabíamos si tendríamos feria. La primavera parecía invierno y la plaza de Zaragoza, y su afición con ella, se tuvo que
enfrentar al cierzo y a las tempestades de un sistema que algunos afirman que
no existe. Las exigencias del que quiere más, de a quien nada le vale sino
encuentra su bolsillo lleno, parecían augurar el peor de los futuros a una
plaza tocada durante años por malas gestiones de ganaduros. Tribunales,
recursos, denuncias, sorteos y pocas ganas de que nadie diese toros si las
arcas de cada uno no engordaban.
Pero así, contra viento y marea y con una cautelar que pretendía dar vida a la
plaza, se organizaron en poco menos de un mes los festejos de ambos ciclos. La desaparecida, por este año, feria de
San Jorge y la del Pilar casi se solaparon en un sola, separadas solamente por
una semana de inquietudes. Y lo hicieron generando ilusión, con
unos carteles en los que podían verse notables ausencias como la de Roca Rey
que prefirió terminar su temporada en un festival en Sevilla; la de un impredecible
Morante; o las de los toreros del empresario de Madrid que, después de las
trabas a los trámites de nuestro pliego, no aparecieron en los carteles.
Todo empezó con una interesante
novillada de Aureliano Hernando de la que se cayó Miguel Cuartero
por una lesión campera que venía de largo. El principal aliciente de aquella
primera tarde de toros, el novillero de la tierra, se había ido, pero aún así,
las ganas de toros de la afición maña, poblaron los tendidos. Poco había, en
cambio, que rescatar de aquella tarde si no hubiese sido por el ganado. Al día
siguiente, y cerrando el miniciclo, la corrida concurso nos dejó momentos de interés en las manos de Chacón. Algo
de ella rescatamos. Y es que el
juego de los toros presentados a la cita mejoró si cabe el saldo ganadero de
los tres últimos años, pese a que alguno, como el toro de Prieto, careciese de la presentación y dignidad
mínima para lidiarse en esta plaza. Aunque, en general, lo que se dice
bravura no hubo mucha, quizá sólo la presentada por el tardo sexto en el
caballo pero al que no pudimos ver en la muleta de Pepe Moral, que atesoró una tarde hacia abajo.
De domingo a viernes la expectación continuaba abriéndose más porque el tramo
pilarista se iniciaba con la siempre esperada novillada de Los Maños. Una novillada con juego y a la que
Adrien Salenc consiguió arrancar dos orejas de un buen novillo. El
sábado 6, en cambio, comenzaba la que ha sido la principal tónica de esta
Feria: las retiradas. Venía a
dejar los ruedos Juan Bautista, en plaza de primera, sin tampoco
mucho ruido, e intentando dejar sobre el ruedo motivos para su recuerdo.
Pero en la notable corrida de
Montalvo quien iba a dar otro toque de atención era el joven Álvaro Lorenzo, una
de las pocas ilusiones que parecen abrirse entre la cada vez más hastiada
afición. Dos orejas y una faena contundente que, desde luego, le harán figurar
en todas las quinielas para los premios de la feria.
El lunes la empresa intentó solventar lo malo de la fecha con una corrida que,
al menos, atrajese a partidarios de quienes se vestían de luces. Una tarde de aragoneses en la que al buen
juego de los toros de El Pilar se sumó la retirada sorpresiva de Ricardo
Torres, en un arrebato de honradez que quedó sellado en sus
palabras. Suerte en la vida, torero.
La tarde de García Jiménez, en un
miércoles tomado por muchos habituales como descanso ante el cartel presentado, el
toreo se esfumó de la plaza y el tiovivo emocional, peñista y partidario,
calentó a quienes siguen acudiendo a ver al David del Granada a la par que
helaba la afición de los habituales. Nada sacamos de lo que hicieron David Fandila, López Simón o un desdibujado
Ginés Marín al que nada mal le ha de sentar el invierno. Una tarde, además, en la que le tocó a
Don Antonio Placer sujetar a la plaza, como haría en adelante, devolviendo la
categoría y la seriedad que se habían perdido en los últimos años. Y
es que la labor de Placer fue admirable de principio a fin, con algún borrón
como un inválido no devuelto el viernes, pese a las diatribas y gritos que
parte de la prensa ha vertido sobre él. Zaragoza es un plaza de primera. Casi
nos la matan pero estamos empeñados en que vuelva a su ser.
El torismo se daba cita el jueves ante
el encierro de Adolfo Martín. Pero de nuevo, como le lleva
sucediendo un temporada ya larga, la tarde estuvo marcada por la ausencia de
bravura y casta y por un nivel de mansedumbre que empieza a pesar. Aunque en
ella, al menos, vimos desplegar un magisterio
lidiador a Antonio Ferrera del que muy pocos están provistos. Faena
de altura ante un manso con genio en su primero que hizo caminar la tarde
cuesta abajo, sobre todo al paso de un Miguel Ángel Perera que cada vez se encuentra más fuera de esto. Fuera,
incluso, de sí mismo. Y tarde en la que no dejó mal sabor, por su
disposición, Paúl Abadía pese al tiempo que ha estado alejado de los ruedos.
Ponce y su magisterio con un manso
pusieron alguna nota de color al aciago viernes en el que Urdiales, después de reventar Madrid,
no se encontró a sí mismo y en el que Perera pasó de la abulia a
una insulsa y despegada faena que poco dijo. Magisterio de Enrique Ponce que no encontramos, en cambio, ante un
primero del Puerto con cierta bravura y que por momentos desbordó al de Chiva, llevándole
a perpetrar su versión más ventajista y aparentemente entregada pero carente
del fondo de verdad que aúna el criterio de una plaza.
Para el último fin de semana nos esperaban los principales puertos de la Feria.
La encerrona de Julián López
Escobar y la publicitada despedida de Padilla. El de San Blas vino entregado hasta
encontrarse con un toro de Los Maños que le hizo sudar y sufrir como,
seguramente, no ha padecido en toda la temporada. De ahí hacia la nada. De ahí
hacia la nada más hiriente para el orgullo de cualquier torero. Una gesta por
los veinte años en la que mostrar su poder, su conocimiento del toro, y que se
quedó en la conjugación de diversas decepciones. Él se trajo los toros. Él
expulso a los de Alcurrucén metiendo otro de su amigo Domingo. Él fue el responsable del resultado.
Y el domingo, como colofón de feria, llegaba la despedida del Pirata, del hombre cien veces repuesto y
reinventado; del último héroe
trágico entregado por el toro. No era momento, seguramente, para
esgrimir criterios, medir faenas o imponer fobias. A un hombre que se va con la dignidad de Padilla, que ha hecho de
su vida ejemplo, sólo quedaba entregarle un día que recordase para siempre. Y
así se hizo. La afición esperó cualquier atisbo de triunfo, cualquier resquicio
de victoria por pequeño que fuese, para catapultarlo a los hombros de la gloria
por la puerta de la Misericordia. No se amoldó a lo visto en el ruedo, claro
que no, pero Juan José Padilla fue de nuevo alzado por la afición que lo vio
caer y levantarse, terminando de hacerlo suyo. Que la vida le sea más fácil de
lo que ha sido hasta el momento y que no se pierda su ejemplo. Adiós y un
abrazo perpetuo, torero. Vino, además, acompañado de un Manzanares que entregó
más de lo que tal vez esperábamos en la despedida de un compañero. Tres
verónicas y una media ante un novillo -porque fue impresentable la corrida-,
que hubieran roto la plaza de darlas otras manos. Y tres tandas de naturales,
templados, encajados, elegantes y puros que contrastaron con multitud de series
algo faltas de encaje. Pero qué tres tandas. Por último, acompañaba Talavante al de Jerez en su despedida sin que
ninguno supiésemos que también él nos venía a decir adiós por un tiempo. Maestría
y facilidad que se iniciaron con el cartucho de pescao y unas tandas de
naturales que fueron ganando en encaje, en verticalidad y en verdad del toreo.
Desplantes clásicos hacia el tendido o un final de perfil, al hilo del pitón,
muleta atrás y el mentón hundido que terminaron por mostrarnos una faena
amanoletada y cerrada por el palo del de Córdoba. Y en su segundo más
profundidad y maestría, la cadera rota rematando los muletazos, que bien le
habrían ayudado a salir a hombros de no ser por las espadas. Tarde grande del extremeño que tal vez nos
costó ver sobre el tiempo pero que, con su marcha, acrecentará la ausencia de
pureza que tantas tardes nos ha brindado.
Mucho más pasó y mucho menos. La feria no nos deja mal sabor. Aunque
sí que es posible que haya varios debes de la empresa. La mala gestión de los
períodos de abono y venta de entradas generaron situaciones inusuales como la
ausencia de espacios libres en los tendidos para el cambio de localidad de los
abonados o para que fuesen sacados nuevos, mientras salían a la venta, salvo
para el día 14, en forma de entradas sueltas. La supresión de dos apartados
públicos de interés o el fiasco de una feria de populares que no contempló los
llenos de otros años.