"FERIA DE FALLAS DE VALENCIA 2016" JOSÉ GARRIDO SERIO MORDISCO ANTE LOS FUENTEYMBROS.
FERIA DE FALLAS DE VALENCIA 2016 : 2° SEGUNDO FESTEJO DE ABONO : 1ª PRIMERA CORRIDA : TOROS DE FUENTE YMBRO : JUAN JOSÉ PADILLA, JIMÉNEZ FORTES Y JOSÉ GARRIDO.
Valencia : Feria de Fallas 2016
A la
nomenclatura del tridente de toreros emergentes no se le debe quitar el diente
de José Garrido, lo que a veces sucede. Como si sus méritos contraídos pesasen
menos que los de López Simón o Roca Rey. Claro que no cuenta con la trenza de
triunfos en Madrid de Simón quien aún no ha confirmado alternativa. Pero
cuidado con el recorrido que apunta Garrido desde aquella mañana en solitario
de Bilbao. Y ojo con el aldabonazo en su debú en Valencia. Un madrugador y
serio mordisco a las Fallas.
Las hechuras del castaño tercero de Fuente Ymbro eran otras a las de los anteriores. Y el torero también: José Garrido. Así que aquellas embestidas con un punto de fuga -indudablemente descolgadas y largas y con ese punto atemperado que da la mansedumbre- se encontraron con la cabeza preclara y el bien hacer de Garrido, que diría un viejo revistero. Cabeza para la elección de terrenos, posar y reposar la muleta sin que el toro viera tablas o el campo que imaginaba tras ellas; y cintura para la ejecución bella. Esto había sido así desde las verónicas, dibujadas con un molde que navega entre Morante y Ferrera. La media fue sabrosa. Correteaba el fuenteymbro bajito de agujas; fallan poco las hechuras.
Garrido toreó muy bien desde el pase de pecho con que despidió en pie el prólogo de rodillas. Una trebolina había descorchado la fiesta. Los pares de pecho brillaron como dorados broches de las series serenas y diestras; más sobre su izquierda por donde los vuelos y la muñeca de JG explicaría el toreo al natural. Encaje y reunión, tempo y temple para coser las notas positivas del mansito de Gallardo. Las bernadinas sin espacio dispararon la adrenalina de los tendidos; el espadazo los rindió. Como al palco. Dos orejas y puerta grande.
Poco efecto surtió la visita de Juan José Padilla a la Virgen de los Desamparados, que no le echó su capote en el sorteo. Un toraco de Fuente Ymbro con más badana que cuello. Negra la piel, negro el comportamiento. Nunca se empleó, se movió a su aire, siempre muy recto, por dentro, sin humillar y midiendo en la muleta. A Padilla se le contaron en su haber tres largas cambiadas de rodillas, un par al violín como desquite de un tercio que se cerraba en falso y la fácil estocada de despedida. Guasa en el sangrado toro, guasa en el viento y fatigas del Ciclón de Jerez con la muleta.
Padilla volvió a pasar las de Caín cuando el cuarto llevaba ya media en las agujas para morir. El estertor en arreón. La persecución ciega. El ataque haciendo hilo. Finalmente lo prendió, lo derribó y en el suelo le dio hasta en el DNI. Pitonazos y coces; el toro había sido más de coces. JJ Padilla se levantó crujido y reventado, pero de una pieza. Si tal afirmación se puede hacer de un hombre reconstruido. El trance le puso en situación de recoger una ovación; Padilla había tirado de todo el repertorio de rodillas y en la total verticalidad. La temporada se le puede hacer larga...
Aunque el toro de Fortes se llamaba Señorío, tenía modales de gañán y alzada de caballo. Y no sólo la alzada, el paso también. Muy apoyado en las manos, derrotaba en el último tramo de muletazo. Derrotar le decían de antiguo al "soltar la cara" moderno. Saúl basó en la sobriedad sus verónicas castellanas y en el valor de sus zapatillas de plomo la faena. El fuenteymbro de estrechas sienes se alió con Eolo contra los engaños. Fortes se empeño en no darles la razón con su mano baja pero se le rayó el disco. Careció de sentido el broche de manoletinas con el toro ya queriendo pirarse. La espada demoró más la cosa hasta los avisos. La gente, aterida, se olvidó de los lejanos pases cambiados.
No mejoró el bajío de Fortes con el escarbador quinto, que carecía de empuje, fijeza y emoción. Tan tesonero Saúl que al final el toro en una de esas de su embestir recto y en sorpresivos arreones lo tumbó. El terror se extendió como cada vez que toca el suelo el malagueño... Escapó porque el toro no hizo por ese cuerpo caído que se ofrece como una inmensa diana. La espada eternizó su desmesurada y honesta constancia.
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